La escuela de Atenas

La escuela de Atenas

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La Escuela de Atenas es una de las mejores pinturas del genio del Renacimiento Rafael Sanzio o Rafael de Urbino que un gran artista, gracias a sus grandes obras y una de ellas será menciona en el siguiente texto, en este texto se hablara de una pintura que dejo a más de uno con la boca abierta y que sin duda es verdaderamente impactante por las emociones que esta puede causar.
      

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Este fresco fue pintado en 1510 como encargo para decorar una de las estancias vaticanas, concretamente la Stanza della Segnatura. Rafael quiso representar un debate por el razonamiento sobre la verdad, entre Platón y Aristóteles, en medio de la Escuela de Atenas y con sus filósofos como testigos.
Esta obra se encuentra en la habitación llamada la Estancia de la Signatura I.  Esta habitación fue utilizada como biblioteca y el lugar donde el Papa Julio II firmó los decretos del tribunal eclesiástico.

Existen cuatro temas (uno en cada pared): filosofía, teología, poesía y el derecho. En esta ocasión hablaré de la obra que ilustra la filosofía, la cual contiene muchas imágenes de algunos de los más grandes exponentes de esa disciplina.
Rafael situó la Escuela de Atenas en un templo romano dominado por la perspectiva. Ordenó una composición rítmica con  bóvedas de un edificio enorme, una especie de templo de la sabiduría que recuerda la arquitectura de la nueva basílica de San Pedro de Bramante. En el centro, dos estatuas : Apolo, Dios de la razón y Atenea, Dios de la Sabiduría. Apolo que representa la filosofía abstracta y teórica y Aristóteles representa la filosofía natural y empírica.
Todos los personajes que reúne esta escena interior son los representantes de la Filosofía y de las Artes Liberales que han sido añadidas desde la Antigüedad: Gramática, Retórica, Dialéctica, Música, Aritmética, Geometría y Astronomía. Rafael caracteriza los diferentes tipos de sabios, distingue con agudeza sus propios temperamentos y las mímicas designan también a veces la particularidad de sus enseñanzas. La energía expresiva, el poder físico, y el agrupamiento dramático de sus figuras nos hablan de un Rafael que debía de haber visto ya la Bóveda Sixtina, a punto entonces de finalizarse. Pero, vemos que Rafael no se limita a tomar prestado del maestro Miguel Ángel un repertorio de gestos y poses; cuerpo y espíritu, acción y sentimiento, se equilibran en él armoniosamente, y todos los elementos de ese gran conjunto juegan su papel con una claridad magnífica y llena de intención. Más que el espíritu de la Bóveda Sixtina sugiere el de la Última Cena de Leonardo, ya que cada filósofo revela “la intención de su alma” por el ritmo formal con que se relacionan individuos y grupos. Es además impresionante el equilibrio que consigue entre las dos mitades del fresco, a pesar de que a primera vista parezca que la distribución de los grupos sea arbitraria, sin normas ni reglas. La perfección de la composición escénica es innegable. Todo ello lo consigue mediante la alternancia constante e inagotable de los motivos móviles e inmóviles, los giros, los portes de las cabezas y las miradas tensas. Es además admirable como consigue crear espacio mediante los diferentes personajes, no sólo con la masa, sino también con el color. Pongamos un ejemplo: Diógenes, el personaje tirado en la escalinata, en una posición natural y rebuscada el mismo tiempo, está creando espacio con su diagonal y con el azul de su túnica, que acompasa diferentes azules que equilibran y decoran la composición.

Rafael tuvo éxito en traer al mundo antiguo a la vida a través de la inclusión de muchas figuras de su propio tiempo.
1: Zenón de Citio o Zenón de Elea – 2: Epicuro – 3: Federico II Gonzaga – 4: Boecio o Anaximandro o Empédocles – 5: Averroes – 6: Pitágoras – 7: Alcibíades o Alejandro Magno – 8: Antístenes o Jenofonte – 9: Hipatia (pintada como Margherita o el joven Francesco Maria della Rovere) – 10: Esquines o Jenofonte – 11: Parménides – 12: Sócrates – 13: Heráclito (pintado como Miguel Ángel) – 14: Platón sosteniendo el Timeo (pintado como Leonardo da Vinci) – 15: Aristóteles sosteniendo la Ética – 16: Diógenes de Sinope – 17: Plotino – 18: Euclides o Arquímedes junto a un grupo de estudiantes (pintado como Bramante) – 19: Estrabón o Zoroastro? – 20: Claudio Ptolomeo – R: Apeles como Rafael – 21: Protógenes como El Sodoma


Este cuadro nos transmite una sensación de confianza y de armonía, pero también hace que la imaginación fluya, ya que al ver a tantos personas que dejaron muchos aprendizajes, inventos, conocimientos, entre otras cosas que hoy en día son posibles gracias a ellos, y es por eso que desde mi punto de vista es una obra de arte espectacular y que de la cual podemos aprender bastantes cosas.
 Esto es debido al brillo de los colores, la luminosidad del entorno, la elegancia de la composición y las expresiones relajadas y gestos naturales de las figuras. Todas  las grandes obras de Rafael eran el resultado de una planificación muy detallada. Muchos de sus dibujos preliminares fueron hechos de personajes reales para luego trabajar en las poses y expresiones de los modelos. Este artista realizaba diseños a escala real para entonces  trasladarlos a la pared donde el fresco iba a aparecer. Poco o nada se dejaba al azar. Rafael fue admirado en su día por su capacidad para incluir una variedad de poses y expresiones en una sola obra.
La obra es además un retrato de las figuras más importantes, contemporáneas de Rafael, identificando sus rostros con los personajes más destacados de la filosofía, las matemáticas y las ciencias en la época clásica.

En el centro Platón con el rostro de Leonardo Da Vinci, sostiene el Timeo y señala al cielo con un dedo, junto a él Aristóteles con la Ética en un brazo y señalando hacia la Tierra, las dos concepciones filosóficas de estos maestros, cielo y Tierra.

Delante en primer plano y apoyado en una piedra cúbica, Heráclito, con el rostro de Miguel Angel, detrás de él y con la túnica amarilla, Parménides y justo a sus espaldas la única figura femenina de la composición, Hipatia de Alejandría, unos dicen que es el retrato de la Fornarina, amante de Rafael y otros que es el de Francesco Mª della Rovere.

Junto a Hipatia hay tres figuras que representan a un joven que es Federico II Gonzaga, Averroes con turbante, Empédocles y Pitágoras. Justo a la izquierda apoyado en una columna con túnica azul está Epicúreo y detrás Zenón.

En la parte alta y sobre Hipatia, hay un grupo de personajes, el primero de la izquierda tocado con un casco es Alejandro Magno, junto a él, Jenofonte, Esquines y Sócrates vestido de verde.
Rafael enmarca la escena en un espacio arquitectónico monumental, inspirado en el proyecto de Bramante para la Basílica de San Pedro, con enormes columnas que sustentan bóvedas de casetones propias de la arquitectura renacentista de su época.
El espacio central dominado por las figuras de Platón y Aristóteles que nos podemos imaginar discutiendo sobre el sentido de la Filosofía, se convierte en un estudio de perspectiva al que convergen todas las miradas. En el resto de la estancia alrededor de esa escena principal, los demás filósofos se reparten en grupos de discusión. Esta obra se considera una de los conjuntos más grandiosos de la pintura renacentista.
Julio segundo pretendía que esta pintura que a través del arte la armonía entre la filosofía, los clásicos y la revelación de Jesucristo, la encarnación de la Verdad. La encarnación completa la Verdad, esa Verdad que busca la filosofía. Las dos grandes representaciones de la Stanza della Signatura, la Escuela de Atenas y la Disputa del Sacramento, demuestran la continuidad ideal entre pensamiento antiguo y pensamiento cristiano; las pinturas de los lunetos, con las alegorías de lo Bello (el Parnaso) y del Bien (las Virtudes), no sólo muestran cómo de esa continuidad deriva todo lo que es bueno y es bello en el mundo, sino también la necesidad de ambos valores por igual.

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